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16.7.10

PEDERASTAS, TORTURADORES Y OTRAS GENTES DE MAL VIVIR: SORPRENDENTES SIMILITUDES ENTRE AMBOS Y OTROS ASUNTOS DE NO MENOS INTERÉS

"DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ"

Semanas atrás, leyendo en la prensa diferentes noticias relacionadas con casos de pederastia y de torturas, se nos encendió la bombillita, poniendo luz la misma a algo que ya veníamos rumiando tiempo atrás: las sorprendentes coincidencias que, a todos los niveles, hay entre el proceder de los curas pederastas y el de los miembros de los “Cuerpos de seguridad” que practican la tortura, similitudes que se resumen en una: en que siempre, por sistema, se tiende a dudar de lo que cuentan los afectados, poniéndose en tela de juicio sin ningún tipo de rubor sus versiones; sí, tanto las de los abusados sexualmente por sacerdotes (¿o habría que decir so-cerdotes?) como las de los torturados físicamente por números de las FSE. De nuestras policromáticas Fuerzas de Seguridad, Ertzaintza incluida. Y además, por lo que sea, los correligionarios de estos pederastas y torturadores siempre, en todo caso y lugar, tienden a acusar a las víctimas de querer desprestigiar a sus verdugos, defendiendo a capa y espada la presunción de inocencia de los mismos… mientras que, como si nada, dejan caer sobre los afectados la de culpabilidad; bueno, sobre éstos y su entorno más cercano, integrado por familiares, amigos o correligionarios políticos en el segundo de los casos, pues la tortura, el recurrir a los malos tratos tras determinadas detenciones (de naturaleza política, por más que se empeñen en negarlo) siempre tiene un trasfondo político. Y es que el cura de la parroquia, ¿cómo va a abusar de un niño? Pues muy fácil, porque tal y como dice la canción, “como sabe más de un menor de edad, la lujuria reprimida es la peor”; y la otrora joven democracia española, ¿cómo va a torturar? Pues haciéndolo, y a los hechos nos remitimos; que no nos estamos inventado nada, ahí están las diferentes noticias un día sí y otro también. ¿Más coincidencias entre torturadores y curas pederastas? El hecho de cómo son recibidas las denuncias de pederastia, santa pedofilia, o torturas: "esas cosas aquí ni pasan", frase idéntica a otras como "En la España de Franco no se fusila a nadie; el que falta es porque ha desaparecido", ¿os suena?... O a cómo son “castigados” pederastas y torturadores por sus superiores cuando no queda otro remedio: ¡cambiándolos de destino! ¡Mandándolos a otra iglesia o cuartel! ¡Mirando hacia otro lado! ¡Retirándolos de la circulación hasta que escampe! En fin, curiosos procederes, sí señor, tanto los de los acusados de dichas prácticas, quienes siempre obran o creen hacerlo con total impunidad, sin temor ni a la leyes de los hombres ni de Dios, como los de las gentes de bien… o de mal, digámoslo así: esas que, por ignorancia o por los intereses de que se trate, siempre tienden a creer al villano y a despreciar, desprestigiar y humillar más todavía si cabe a las víctimas. Y es que, como ya lo dijo la canción, “para acabar bien tu historia, si lo denuncias, serás denunciado por calumniador”.














Y hasta aquí, en esencia, lo que queríamos poner sobre la mesa acerca de este tema, aun siendo conscientes de la que nos va a caer: todo un rosario de sospechas y lindezas acusatorias por el hecho de cuestionar lo que pasa en algunas Iglesias y Comisarías, empezando por el esperado “tú qué sabrás” (al menos, de pensamiento, concebido por los lectores más conservadores del blog) y terminando por la habitual retahíla en estos casos: por las habituales disculpas hacia los autores de los hechos cuando éstos están archidemostrados (“ha pedido perdón, es que los curas son humanos”, “la naturaleza es débil, frágil y tiende al pecado; es difícil que no pase algo así entre tanta gente”, dicho por el obispo de Lugo, sobrino de Rouco Varela, por más señas) o las habituales acusaciones de actuar en connivencia con “los violentos” o de beligerancia contra las FSE, materializadas en frases como “algo habrán hecho” o “los que denuncias malos tratos son como ellos”, algo que, dicho sea de paso, nos la refanfinfla. Que entra en el precio de la entrada: en el de escribir una entrada (¿no es esto un blog?), un artículo sobre este tema.... o anatema.







Y a continuación, ya con la sangre caliente, tras hablar del incontestable parecido de las consecuencias de los actos de los curas pederastas y los funcionarios policiales torturadores, hagámoslo de algunos flecos; de, aunque a otros niveles (esto es, sin atropellos ni violencia sexual ni física de por medio) comportamientos semejantes, igualmente reprobables, que se dan en distintos ámbitos de la vida: y tanto por el modo de actuar de las bandas de delincuentes que los llevan a cabo como por el de quienes reciben con recelo las denuncias, ya los directamente implicados, ya quienes les ríen las gracias; y es que en este contexto también podemos decir que “de todo hay en la viña del señor”: periodistas que manipulan de manera interesada, totalmente a sabiendas, la información (y en todas las secciones de los diarios, escritos, hablados o televisados, no sólo en la de política), banqueros que roban “sin palancas y de día” (como Pepe, el del Popular), políticos corruptos a mansalva (Roldán, Urralburu y Antonio Aragón –en el recuerdo los tres-, juzgados y habiendo pasado por la cárcel), comandantes a los que habría que denominar “co-mangantes” –más bien, a la luz de sus patrimonios-, empresarios que, ere que ere, lloran lágrimas de cocodrilo al tiempo que, en nombre de la globalización, deslocalizan, defraudan y se siguen enriqueciendo, constructores destructores de ahorros y de sueños, maltratadores de guante blanco, de esos que saludan sonrientes por la calle mientras su mujer trata de disimular los golpes tras gafas de sol y maquillaje… Seres sin escrúpulos todos ellos ante cuyos actos la sociedad, en caso de duda, siempre mira hacia otro lado, descubriéndose únicamente sus fechorías cuando se les va totalmente la mano: cuando ni los presuntos periodistas se creen sus noticias (estando como están en los medios más por razones ideológicas que profesionales), los desfalcos de los en teoría honrados políticos –hasta que se demuestra lo contrario- son imposibles de tapar (qué verdad aquello de que “la avaricia rompe el saco”: si Luis Roldán y compañía hubiesen sabido plantarse nadie les hubiera descubierto), las viviendas prometidas por el especulador de turno no se construyen finalmente o cuando los inseguros e infelices machistas matan a sus parejas, siendo a ojos de los suyos hasta entonces intachable su proceder: y no oses cuestionar a nadie, que tú serás el cuestionado. Y no dudes de sus actos, mucho menos en público, que para ti será la presunción… de culpabilidad. En fin, como ya hemos señalado, asuntos éstos, los llevados a cabo por todos estos delincuentes, igualmente reprobables en nuestro mundo; ¿reprobables? Sí, habida cuenta de la gran probabilidad que tienen de seguir sucediendo ante la pasividad de la sociedad, adormilada, abotargada y ataráxica como está, a la vista de los hechos. De su actual estado del desecho.






Y así podríamos seguir, seguir y seguir, adentrándonos por caminos tan sugerentes como tenebrosos en lo que a llamar a las cosas por su nombre o callar se refiere: abordando hechos como que en España o en Cuba haya o no presos políticos, refugiados políticos o presos enfermos (políticos o comunes) para los que pedir amnistía o clemencia (ya sabes de qué te acusarán según cómo te posiciones, cuando es obvio que en ambos países los hay) o democracia incluso, ya lo sabes asimismo, a la vista de todas las posibilidades de posicionamiento habidas al respecto. De igual modo, también podríamos hablar de otros asuntos, como, por ejemplo, del régimen penitenciario español –en comparación o no con el de otros países, Cuba incluido-, acerca de si aquí (más que allí o donde sea) hay o no libertad de culto, de expresión, de pensamiento o de prensa, (la democracia española, recordémoslo, patrocina una determinada religión y ha cerrado radios, periódicos y revistas), de los diferentes modos que tiene la democracia nacional de afrontar acontecimientos como procesos de paz o de independencia (según dónde tengan lugar o quiénes sean los protagonistas de los mismos), juicios por sucesos acaecidos en dictaduras (ver paréntesis anterior), la tan cacareada estos días “politización” de la justicia (nos reímos de los casos de Garzón y del juez Velasco, el que quiera entender, que entienda, qué risa, María Luisa) o, siguiendo con esto último, de la doble vara de medir de la Audiencia Nacional a la hora de juzgar presuntos delitos de trasfondo político… Que no impartir justicia.
En fin, habría tanto de que hablar… Tanto ovillo que desmadejar… Eso sí, en otro orden de cosas, menos mal que los hay, pederastas, torturadores y demás gentes de mal vivir. Gracias a ellos, haciendo el pertinente (para algunos, impertinente) ejercicio de redacción, hemos llegado a los demás, periodistas, banqueros, políticos profesionales, empresarios y demás maltratadores. Se admiten comentarios, hechos, eso sí, desde la equidistancia y el respeto. Tal y como hemos redactado estas líneas. Hasta la próxima actualización.



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