EL HUMO MATA LENTAMENTE, EL HAMBRE NO

Ni las nucleares. Ni los accidentes producidos en torno a las centrales nucleares. Ni los accidentes producidos en los mismísimos reactores de las centrales nucleares: si acaso, las fugas acontecidas como consecuencia de ellos, pueden matar. O no, pues, hablando de lo que estamos hablando, incluso el plutonio puede ser inocuo. Pero en los peores casos sí, dichos escapes pueden matar, aunque bueno, al igual que el humo, lentamente. El hambre, por el contrario, no. El hambre causada por el paro, por ejemplo. Dicha hambre puede matar, mas no lentamente. Rápidamente. Y el hombre azuzado por el hambre, violentamente. El ex empleado o propietario azuzado por el hambre que amenaza con afectar a buena parte de nuestros hosteleros, por ejemplo: ah, España, país de albañiles, pintores y porteros de discoteca, escoltas & personal de seguridad en potencia, ¿por qué creéis que nunca acabarán con el denominado “problema vasco”? Ah, triste patria de camareros y cocineras potenciales –igualmente-, condenados a perecer. O, por imperativo vital, a matar –en el peor de los casos-, si se pusieran todos en pie de guerra. Como el hambre, sin distinción de usos horarios, a hacerlo incluso de la noche a la mañana: lo mismo que la presente legislación antitabáquica está matando a sus otrora “negocios”, en nombre de la supresión del humo. De esos malos humos causantes y responsables de tantas muertes. ¿Lo de la central nuclear de Japón? Fruto de un cúmulo de fatales circunstancias, ¡pura bagatela en comparación!

Por si un día de éstos, antes de morir, decido pasar a la acción, haré una confesión: en una vida pasada, regenté un bar. Hasta hace escasos meses, trabajé en uno, herido hoy tal vez de muerte (el local, no yo, pese al humo que allí había). En una próxima reencarnación lo prometo, pediré trabajo en la industria nuclear.