El señor que aparece encima de estas líneas fue presentado ayer en los medios como un "trasplantado de cara", pero, habida cuenta de los antecedentes que hay en el Estado en materia de torturas, (ver las fotografías de Unai Romano antes y después de lo que, viendo la foto anterior, también podría colar por otro presunto "trasplante"), a la vista de ello, ¿lo habrán presentado así, como un trasplantado "de cara"... de cara a la galería? ¿No será que le habrán dado hasta hartar en cualquier cuartel o comisaría? Así las cosas, ¿Estamos ante un nuevo caso de torturas? Puede, siendo igualmente posible que, tras su personal descenso a los infiernos, el infortunado ciudadano haya optado por declarar eso, que le han hecho semejante "trasplante", en vez de por contar la verdad; y ¿por qué? Por las amenazas recibidas. Y es que, en otro orden de cosas, eso sí que es de manual, tratar de persuadir al torturado para que, a la salida, no cuente su odisea. La verdad. Eso sí que es de manual, no lo de denunciar torturas por sistema, hayan existido o no... por definición. Al dictado de la organización. Eso, sí; ¿Acaso no existieron, por ejemplo, las recibidas por Martzelo Otamendi, ex director -por imperativo legal- de Egunkaria hoy libre de todo cargo? Según el denominado "defensor del Pueblo", no; ¿Acaso a día de hoy no sigue habiendo detenidos que, según las versiones oficiales, ellos solitos se "autolesionan"? Así las cosas, por evitar males mayores, ¿por qué el ciudadano de la primera fotografía, llegado el caso, no podría declarar que, más que de otras prácticas, ha sido víctima de un trasplante "de cara"? ¡Vivir para ver! Otra cosa, claro, es que nos creamos lo del trasplante a la vista de cómo lo han dejado. No sabemos; nosotros, desde aquí, le escuchamos gritar como al elefante del chiste, ¡Soy un trasplantado! ¡Soy un trasplantado!
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