Por San Fermín en Ramplona se “pasa” muy bien…
(popular)
Fieles a su cita un año más, ya hace días que llegaron a la ciudad los distintos gremios imprescindibles para el correcto desarrollo de la fiesta: y no estamos hablando de mayorales, barraqueros, aspirantes a naranjitos –llegados de provincias foráneas- ni de buscavidas sanfermineros de todo tipo y pelajes, personajes a quienes ya dedicamos una especial entrada. Y no para los toros, precisamente: más bien, en esta, vamos a hablar de unos peculiares vendedores callejeros. De una necesaria subespecie dentro de la de los vendedores ambulantes. De unos vendedores que, sin puestos, venden así –en ocasiones- y eso precisamente, puestones. Colocones. Asínas, hablemos de esos repartidores al por menor (dinero mediante) de sueños e ilusiones conocidos como los camellos, tan queridos por jóvenes y mayores. Tan reconocidos y fáciles de reconocer. Y es que, cosas de la gran demanda existente por estas fechas, viniendo a Ramplona como vienen, no sólo por Navidad, a una cita como el presente botellón, ¿cómo iban a faltar?
Como clarividentemente dice el himno de una de las peñas, Por San Fermín, en Pamplona se “pasa” muy bien, pero ¿qué? ¿Lo qué? ¿Txakolí? Venga, hombre, seamos serios. Si más allá que una palabra semidesconocida, (si no del todo, porque sale en algunos himnos de las peñas), ¡nadie sabe qué es eso! Venga, ¿qué es eso que, según la coplilla, se “pasa” tan bien? Pues todo tipo de ambrosías ilegales. Todo tipo de substancias psicotrípicas, verdaderamente populares en cualquier espacio festivo que se precie por encima de dimes, diretes e ideologías. Por cierto, hablando de las peñas, ¿por qué cuando regrabaron y, en algunos casos, rescribieron sus himnos en 2007… no cambiaron eso de “txakolí” por ejemplo, por “speed”? ¿Por qué no aprovecharon para actualizar dichos cánticos verdaderamente, lejos de hipocresías y moralinas? ¡Con lo bien –y acertado- que hubiera quedado cantar “entre rayas de speed” en vez del obsoleto “entre copas de buen txakolí”?
Pero este año, sniff (onomatopeya con connotaciones de lamento, no de “esnifada”: también es casualidad), cosas de la actual coyuntura económica, los verdaderos Reyes Magos de estas fiestas, los ahora mismo homenajeados camellos, tal vez no logren colocar sus diferentes mercancías en los mercados; ¿cosa de la crisis? ¿De la deuda -o deudas-? Claro. Y si no, que se lo pregunten a buena parte de aquellos mozos viejos que, expulsados vía ERE´s de sus trabajos en los primeros meses de 2009, a estas alturas de la jugada, tras endiñarse las indemnizaciones correspondientes metiéndoselas por la nariz y expulsándolas por la polla en el puticlub de turno, ahí están. Extintos además sus subsidios de desempleo, sin saber hacer nada en la vida, a verlas venir. Esperando a ver cómo les vienen dadas en lugar de, como en años anteriores, a verlos venir a ellos, dinerito fresco en mano. A ver venir a los druidas de la fiesta, portadores por excelencia de la magia llamada a protagonizar estos días tantos “encierros” en los baños: los camellos.
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