En días como estos, marcados entre otras serpientes
de verano por el intento de desestabilizar las fiestas de Bilbao mediante la criminalización
de su txupinera; con la Audiencia
Nacional, en aras de fabricar pruebas para posibles ilegalizaciones, ordenando vigilar
incluso a las comparsas por si pudieran cometer actos delictivos de apoyo a los presos, la realidad no deja de
sorprendernos con noticias como esta: que España se oponga a la ilegalización
de los Hermanos Musulmanes. Que su ministro de Asuntos Exteriores, García
Margallo, haya pedido “el cese de la violencia” y un “diálogo inclusivo”. En Egipto,
claro. Dialogar con los citados Hermanos Musulmanes, en vez de, tal y como su
colega de Interior –y demás corifeos- pedirían en el Estado, hacerlo entre los
que se oponen a ellos… Con el fin de machacarlos. Ah, y al abrigo de la fuerza
del “estado de derecho”. Con este cayendo sobre sus espaldas, como sucede por
aquí.
Y es que la cosa tiene su gracia, el ministro de
Asuntos Exteriores español pidiendo de puertas para fuera justamente lo
contrario de lo que, de puertas para dentro, hace el Estado con la denominada
izquierda abertzale, en aras de la resolución de los problemas. De un problema como
el denominado problema vasco, cuya pervivencia en el tiempo, al igual que lo de
Gibraltar; le viene de perlas al ejecutivo de Rajoy para tener al pueblo distraído.
Con violencia o sin ella, para mantener entretenidas las tertulias, mirando
para dichos lados. En fin, una vez más, consejos vendo y para mí no tengo. Dime
de qué presumes y te diré, te diré… Hipócritas. Qué vergüenza o qué falta de
vergüenza.
MANOLO ASCODÁS, LOS MONOS DE GIBRALTAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario