"LA NUEVA CÁRCEL RECIBIRÁ A SUS PRIMEROS RECLUSOS EN EL PRIMER TRIMESTRE DE 2012", decía el sábado 30 de octubre del año pasado el titular de DIARIO DE NOTICIAS; el artículo, entre otras motos, vendía las siguientes, con forma de declaraciones: "si la reinserción no se consigue con un edificio como éste, no se logra de ninguna manera", parece que dijo la psoecialista (creemos que "socialista" es otra cosa,) Amanda Acedo.
"La sensación del centro es muy positiva en aras de la no pérdida de la dignidad de los internos", señaló por otra parte, haciendo gala de un perfecto dominio de los eufemismos utilizados por Instituciones Penitenciarias (denominar "internos" a los presos -por ejemplo), Nekane Pérez, de NABAI; bueno, respondámosles, antes de hacer una última reflexión.
Sra Acedo; ¿en verdad cree que la reinserción, en el caso de que sea posible en el marco de una cárcel (algo de lo que dudamos), llegue a conseguirse GRACIAS A LAS CONDICIONES DEL EDIFICIO? Pero bueno, ¿hasta aquí hemos llegado como consecuencia de la fiebre del ladrillo? ¿Acaso invertir en construir una cárcel es invertir en reinserción? Veamos otro ejemplo, también de candente actualidad; invertir en la construcción de una nueva biblioteca, ¿es sinónimo de invertir en cultura? Así pues, con que alguien acceda al edificio, ¿ya se habría ilustrao? Ay! Así nos va después. Usted, señora Acedo, parece ser de los que solucionarían el problema de los incendios forestales poniendo un bombero tras cada árbol, ¿no? Bueno, como el Ministerio del Interior de su partido el de la violencia de naturaleza política, a golpe de escoltas; a ver qué hace el ministro del ramo el día después de que, si nada se tuerce, se queden los susodichos sin trabajo...
Y usted, Sra Pérez, ¿de verdad cree que en algún momento se va a velar por la "dignidad" de nadie, ahí adentro? ¡Si ahí no hay de eso! La dignidad de los presos, ya sociales, ya políticos, es constantemente pisoteada y violada ahí (ni lógica ni dignidad caben en el submundo de las prisiones), y la de los trabajadores del local, si es que mantienen alguna, queda fuera de sus muros: de unos muros que no son altos para que el preso no vea la calle, sino para que la gente de la calle no vea lo que pasa con los presos; Sra Pérez, ¿acaso cree usted que porque la "nueva cárcel" disponga de 504 celdas sólo va a haber 504 reclusos en sus tripas? Multiplique esa cifra por dos (lo más habitual es dos prisioneros por txabolo) o por cuatro (en caso de que se recurra a la instalación de literas, algo habitual en estos "centros"? y obtendrá el número final de "internos" en "tratamiento", como usted seguramente los definirá. Y hable de "dignidad" después, cuando los mismos tengan que hacer uso del retrete de la celda... sin intimidad alguna. Ah, ¿no le han comentado que no suele haber puerta? Ante los ojos del resto, recordándoles la cárcel que allí están desnudos, como se lo recordó Dios a Adán, tras el pecado de Eva, en el Paraíso Terrenal...
En fin, cuánto desconocimiento, cuánta mala baba -o ganas de quedar bien con el poder- o, simplemente, cuánta falta de conocimiento; ¿por qué será que, al igual que salta a la vista que quienes imparten los cursos del carnet de manipulación de alimentos nunca han trabajado en un bar, quienes dan el visto bueno a las mazmorras del sistema, se ve que nunca han estado en ellas? Otro gallo cantaría en caso contrario... y gentes como éstas señoras, qué bocas, menos hablarían.
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